En Tiempos Pasados
Antología de Poesía
Homenaje a los 400 Años
del fallecimiento de Shakespeare
VV. AA.
ArtGerust
Madrid, España
2016
Prólogo
Cuando se habla de escritores, si se quiere
decir algo con sentido y no caer en lo arbitrario, debe hacerse con un discurso
frío y una mente analítica. Huir de las modas y centrarse en lo primordial.
Así, podremos diseccionar la realidad correctamente y encontrarnos con una
verdad evidente que por evidente muchas veces se nos olvida y nos pasa
desapercibida.
Hay dos tipos de escritores —no solo de
escritores, también de científicos, también de filósofos, también, por qué no,
de personas, en general—: los que están y son Historia y los que son moda.
A veces el poder de la moda, de la
mercadotecnia, de lo políticamente beneficioso, de lo empresarialmente legítimo
es tan fuerte que se puede llegar a confundir a un escritor de moda con uno de
esos que están y son Historia. Y, cuidado, un escritor puede estar de moda
doscientos años y seguir siendo moda, porque doscientos años en la historia no
son nada.
Lo que nos hace diferenciar lo que es un
clásico de lo que es una moda, más que el tiempo, son los temas que trata.
Según las formas y temas tratados, ya es la Historia la que se encarga de
colocar a un escritor en sus páginas doradas, o de abandonarlo en un oscuro
rincón de una biblioteca para eruditos, o ni tan siquiera eso. En el olvido más
absoluto.
Son los temas, y no otra cosa, los que nos
enseñan la esencia del ser humano, lo universal, lo invariable, lo que es
extrapolable a un hombre del siglo XV en Florencia, a un ateniense del s. IV
a.C. o a un español de 2016. Para un español de 2016 que no sea un estudioso de
la geopolítica del Londres del 1605, las tramas políticas y sociales de la
época no son más que un divertido ejercicio de costumbrismo, de trajes raros y
subtramas palaciegas. Sin embargo, lo que define al hombre, lo que de verdad es
él sin lo superfluo, lo que es universal y atemporal, son esos temas: la Épica,
el Valor, la Ambición, el Poder, la Voluntad, el Amor, la Fe, la
Espiritualidad…
Como bien dice Tom Wolfe, la verdadera poesía
es la épica, la demás es banal. A Neruda, cuando se le acabó el talento, dejó
de hablar del Amor, y se dedicó a la moda de lo social. Lo que marca a un
pueblo es la historia de sus héroes, sus miserias y sus logros. Si un escritor
quiere llegar a ser un clásico y no una moda que no hable más allá de lo superficial
y de los Presupuestos Generales del Estado, debe escarbar en lo esencial y ver
que no es el Poder lo que mueve el mundo, sino la búsqueda de ese Poder. Ver,
en conclusión, que el Bien y el Mal existen y que están detrás de todo.
Por eso William Shakespeare es un clásico
entre clásicos. Porque sus obras son geniales monumentos a lo esencial. Un par
de versos de Shakespeare responden mejor al interrogante kantiano de ¿qué es el
Hombre? que un sesudo ensayo sobre psicología conductista. Por eso, si pensamos
en un escritor que se merezca el apelativo de clásico, es Shakespeare, y no
cualquier otro.
Desde aquí, nuestro humildísimo homenaje a
este inabarcable escritor.
Adrián Iruela Vara
CEO de la Editorial ArtGerust
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