Por la Paz del Mundo


Por la Paz del Mundo
(For the Peace of the World Antology)
Poemas
VV. AA.
Coordinado por Lucina Medina de Barry
Poetas del Mundo
Sidney, Australia
2013

Prólogo

La casi totalidad de los habitantes de la Tierra ama la Paz y un insignificante porcentaje la guerra. El filósofo nos diría: “¡Ingenuos angelitos del Parnaso! ¿No sabéis que precisamente las guerras se hacen para conquistar o preservar la paz? De no ser así, desde el tiempo de Australopithecus hace más de 100 mil años hasta nuestros días, nadie hubiese tenido la menor idea del significado de la palabra Paz. Además, la mayoría de los reyes, emperadores y presidentes no quieren guerra, pero se ven irremediablemente obligados a participar en ella en defensa de su patria para que no sea invadida y sojuzgada por un país beligerante.” Por supuesto razona con sólidos conocimientos filosóficos y científicos. Por eso nos diría también que la Luna es un triste fragmento estéril de la Tierra a cuyo alrededor gira al mismo tiempo que juntas lo hacen alrededor del Sol y que…Sí, pero…los poetas caminamos por otra senda que no es la de la razón científica. Para nosotros -los creadores de ilusiones la guerra es el más cruel y sanguinario de los monstruos imaginables que mata indiscriminadamente y sin piedad a miles y hasta millones de inocentes ciudadanos, dejando dantescas secuelas de hambrunas y miserias. Y para nosotros, la Luna es un hermoso disco plateado que alumbra e inspira bellos  pensamientos a todos los que tenemos los más nobles  y sensibles pensamientos; y alumbra de noche a las flores y a los enamorados. A fines del Siglo XIX, en un gran templo que no viene al caso nombrar el credo, uno de los religiosos, era el encargado de mantener las velas encendidas de la nave principal en forma permanente. Y un día, a media tarde se terminaron de consumir las candelas y debía reemplazarlas por nuevas y encenderlas.
Hacía un buen rato que afuera se había desencadenado una espantosa lluvia torrencial acompañada de un viento huracanado cuyos silbidos imitaban todos los instrumentos musicales del mundo. Cuando el religioso fue a buscar los fósforos para encender las flamantes velas, se encontró con que no quedaba ni uno. Como le era imposible trasladarse a otros pabellones del templo por esa tormenta, muy pensativo y triste, echó a caminar por toda la sala y a observar las velas consumidas, descubriendo una cuya mortecina mecha aún despedía un insignificante hilito de humo, generado por un casi microscópico resto de brasa. Se le ocurrió entonces soplarla con delicada persistencia y ¡oh sorpresa! surgió una pequeña llama, pequeña pero más que suficiente para encender la mecha de una vela nueva. Logrado esto, con ella encendió otra y otra más, luego otra y otras más…y así todas las necesarias, con lo cual se restableció la perfecta iluminación de la nave capital del santuario. Entonces el religioso reflexionó mejor que un filósofo: Los fieles somos pocos, pero si cada uno de nosotros imitáramos a esa pequeña llamita difundiendo nuestro credo tan sólo a diez personas y cada una de ellas hicieran lo propio con otras diez, y así sucesivamente, nuestra prédica se multiplicaría hasta el infinito alcanzando a todos los hombres de laTierra. Y bien: eso es lo que precisamente hacemos los poetas de la Paz…
Primo Domingo Di Martino
(Escritor Argentino)

No hay comentarios: